miércoles, 6 de febrero de 2008

EL INFINITO REINO DE LOS MANCOS


Tuvo que venir Einstein con su relatividad a reforzar la teoría del universo en expansión, para que nos diésemos cuenta de que las acotaciones, los límites, las fronteras… no son más que cerrojos del conocimiento. Ridículas divisiones, realizadas con el único afán de intentar comprender todo aquello que es tan grande en forma o concepto, que no entra por nuestros estrechos parietales.

Escribía Chantal Maillard: “No existe el infinito: el infinito es la sorpresa de los límites”.Y sí, puede que “todo” tenga un principio y un final, pero... ¿Y si “TODO” estuviese predestinado a ser un eterno bucle, una incesante sucesión compuesta de principios y finales? ¿Y si fuese el infinito, como tiempo, quien se sorprendiera de los límites de un reloj? ¿Y si el infinito, como horizonte, se sorprendiera de los límites de un marco? ¿Y si un día de estos, ese horizonte no se viera sorprendido por ningún límite y llevase a cabo un infinito periodo de expansión?
¿Y si alguien lo pintara?

Estaríamos mas cerca del conocimiento si fuéramos pintando infinitos, y no trazando y segmentado fronteras, como si nos hubiesen otorgado el poder divino de decidir donde empiezan y terminan las cosas. ¿Acaso puede pintarse con una raya la frontera de la estupidez?
Y si alguien lo hace, que por favor se ponga al otro lado.

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