sábado, 9 de febrero de 2008

EL REINO DE LOS PERDIDOS


Al principio nací sin saber, o al menos eso dicen. A mi edad, pienso que tampoco es que sepa demasiado, pero pienso.
A saber que no sé, aprendí viajando y conociendo a otros y otras que tampoco sabían, o mejor dicho, que también sabían que no sabían. Aunque algunas grandes cosas, me las enseñaron otros que no sabían que sabían. Una vez le pregunté a un gaditano que había estado en nueva york: ¿y como es nueva york? el siguió tomándose la cerveza y con el vaso parado frente a los labios, me respondió antes de darle otro trago: nueva york es… como puerta tierra pero todo el tiempo.

En uno de esos viajes me encontré a un amigo al que todos llamábamos tito y que un día empezó a viajar y nunca se sabía donde estaba. Parecía como si lo andaran buscando, por eso lo llamamos Wanted, Tito Wanted.

Aquella noche deambulábamos los dos borrachos por una ciudad, cuyo nombre no diré para no revelar su paradero. Hizo un alto en el camino y mirando a los tejados me dijo:
- vente conmigo compañero.
- a donde voy yo contigo, si ni siquiera tú sabes a donde vas.
- si se a donde voy, voy a buscar a otros perdidos como yo, constituiremos un reino de perdidos, tan grande, tan admirable, que todos quieran encontrarlo.

hoy por hoy, sigue siendo un tito wanted y va batiéndose a duelo con la razón y la palabra, retando a todo aquel que se interpone entre él y su reino.

Sigue colonizando cerebros compañero, yo te guardo el fuerte.

miércoles, 6 de febrero de 2008

EL INFINITO REINO DE LOS MANCOS


Tuvo que venir Einstein con su relatividad a reforzar la teoría del universo en expansión, para que nos diésemos cuenta de que las acotaciones, los límites, las fronteras… no son más que cerrojos del conocimiento. Ridículas divisiones, realizadas con el único afán de intentar comprender todo aquello que es tan grande en forma o concepto, que no entra por nuestros estrechos parietales.

Escribía Chantal Maillard: “No existe el infinito: el infinito es la sorpresa de los límites”.Y sí, puede que “todo” tenga un principio y un final, pero... ¿Y si “TODO” estuviese predestinado a ser un eterno bucle, una incesante sucesión compuesta de principios y finales? ¿Y si fuese el infinito, como tiempo, quien se sorprendiera de los límites de un reloj? ¿Y si el infinito, como horizonte, se sorprendiera de los límites de un marco? ¿Y si un día de estos, ese horizonte no se viera sorprendido por ningún límite y llevase a cabo un infinito periodo de expansión?
¿Y si alguien lo pintara?

Estaríamos mas cerca del conocimiento si fuéramos pintando infinitos, y no trazando y segmentado fronteras, como si nos hubiesen otorgado el poder divino de decidir donde empiezan y terminan las cosas. ¿Acaso puede pintarse con una raya la frontera de la estupidez?
Y si alguien lo hace, que por favor se ponga al otro lado.

domingo, 3 de febrero de 2008

¡Eh, tú, dios!


¡Eh, tú, dios! sí, sí, tú...
Que no se te olvide que fui yo
quien le dio voz a tu boca,
quien prodiga tu palabra,
quien creó tu paraíso,
quien pintó blanca tu barba.

Que no se te olvide que fui yo
quien acreditó a los siervos
de esa corte de vasallos,
que ahora componen los necios
que caminan de tu brazo

¿Qué, sabes quien soy, o ya se te ha olvidado?
soy el dueño de los huevos
que tocas como en un juego
con tu diestra justiciera,
mientras con la redentora
mano izquierda me perdonas
lo que hizo mi derecha.

¿Qué, sabes quien soy, o ya se te ha olvidado?
Mírame a la cara, que te estoy hablando